La Astronomía contemporánea divide la gran constelación Argo Navis 
(la nave Argo) de la Antigüedad en tres asterismos menores: Carina o 
Quilla, Vela y Popa. De los tres, sólo este último es visible desde las 
latitudes intermedias del hemisferio norte. A la Popa se la observa 
debajo del Can Mayor (a la cual se sitúa fácilmente en el cielo de 
invierno por el gran brillo de Sirio) flanqueada por la Vía Láctea.
La
 constelación Argo Navis en la Uranographia de Johannes Hevelius (1690),
con la popa de la embarcación en primer plano.
De
 este modo, contemplar a la Popa es evocar la gesta mítica de Jasón y 
los Argonautas en pos del Vellocino de Oro, la dorada piel del carnero 
enviado por los dioses para rescatar a Frixo y que se relaciona con la 
constelación de Aries.
Cuenta el mito que el rey 
Atamante de Beocia, desencantado de su esposa Nefele - con quien había 
tenido a Frixo y Hele -, se casó con Ino y ésta, guiada por los celos, 
tramó un plan para causar la muerte del hijo varón habido en el anterior
 matrimonio del rey. Ino arregló secretamente que las mujeres del reino 
tostasen el grano de trigo almacenado para la siembra de primavera. 
Cuando los hombres lo sembraron, las semillas no germinaron y hubo una 
gran hambruna en el país. Atamante envió a un emisario a consultar al 
oráculo de Delfos acerca de esta cuestión, y aquél, sobornado por Ino, 
regresó diciendo que el requerimiento del oráculo para que el trigo 
brotase de nuevo era que Frixo fuese sacrificado. Dispuesto ya Frixo 
para el sacrificio, Zeus atendió los ruegos de Nefele y envió a un 
carnero maravilloso con piel de oro que arrebató al niño y a su hermana.
El
 carnero transportó a Frixo y a Hele por los aires. Al atravesar el 
estrecho que separa Europa de Asia, la niña cayó al mar que hoy es 
conocido como Helesponto y murió ahogada en él. Frixo llegó solo al país
 de la Cólquide a orillas del Mar Negro y fue acogido por su rey Eetes, 
hijo de Helios y de la ninfa Perseis. En muestra de gratitud, Frixo 
sacrificó al carnero en honor a Zeus y regaló el Vellocino de Oro al 
rey. Eetes consagró el Vellocino al dios Ares, colgándolo de un roble 
del bosque sagrado del dios de la guerra, y lo puso bajo la custodia de 
un terrible dragón.
Tiempo después, en la ciudad 
tesalia de Yolco, aconteció que el rey Esón fue desposeído de su trono 
por su hermanastro Pelias, nacido de la unión de Tiro con Poseidón. Para
 proteger a Jasón, el hijo pequeño de Esón, su madre Alcimede lo confió 
al centauro Quirón, y éste lo educó en el monte Pelión enseñándole las 
artes de la medicina. Habiendo alcanzado la edad adulta, Jasón regresó a
 Yolco y reclamó el trono a su tío. Pelias impuso a Jasón una condición 
para devolverle el poder usurpado: que se hiciese con el Vellocino de 
Oro y lo trajese de vuelta a Tesalia.
Habiendo 
consultado al oráculo de Delfos, Jasón organizó una expedición naval a 
la Cólquide con la ayuda de los más grandes héroes de Grecia, entre 
ellos Heracles, Orfeo y los Dioscuros. Bajo la dirección de Atenea y con
 la ayuda de Hera - diosa deseosa de perjudicar a Pelias pues éste 
desdeñaba su culto -, el héroe Argo, hijo de Frixo, construyó un navío 
bautizado con su nombre con madera de roble del bosque de Dodona, y este
 fue el bajel que llevó a los Argonautas comandados por Jasón hasta las 
orillas del reino de Eetes.
Medea, sacerdotisa de 
Hécate, hija de Eetes y de la ninfa Idía y sobrina de la hechicera 
Circe, se enamoró de Jasón apasionadamente a primera vista y éste le 
prometió desposarse con ella a cambio de su ayuda para conquistar el 
Vellocino de Oro. La sacerdotisa protegió a Jasón con ungüentos mágicos 
del hálito de fuego de los toros a los que el héroe debía uncir por 
orden de Eetes y condujo al héroe y a sus compañeros al bosque sagrado 
donde se encontraba el Vellocino, durmiendo al dragón vigilante con sus 
sortilegios para que pudieran obtener el botín.
Jasón 
se hace con la piel de oro y escapa con Medea y los Argonautas a bordo 
de la nave Argo. Para impedir que los barcos de Eetes den alcance al 
navío tesalio, Medea despedaza a su hermano Apsirto, a quien había 
tomado como rehén, y arroja sus trozos al mar para que Eetes deba 
demorarse recogiendo los trozos de su hijo muerto. Más adelante, las 
artes de Medea permiten derrotar al gigante de bronce Talos que 
custodiaba la isla de Creta.
Cuando los Argonautas 
llegan por fin de vuelta a Yolco, Medea ayuda a Jasón a desembarazarse 
de Pelias, quien incumple su palabra de restituir el reino al legítimo 
heredero de Esón; pero es tan cruel su muerte a manos de sus propias 
hijas, hechizadas, que los habitantes de la ciudad deciden expulsar a 
Jasón y a Medea. La pareja se refugia en Corinto y vive allí felizmente 
durante diez años, engendrando a varios hijos.
Jasón 
acaba repudiando a Medea para casarse con Glauce, hija del rey corintio 
Creonte, y Medea se venga del héroe argonauta asesinando a la esposa de 
éste, a Creonte y a sus propios hijos habidos de la unión con Jasón. 
Tras estos crímenes, Medea huye en un carro tirado por dragones que le 
había obsequiado el dios Helios.
Explica Arato en los 
Fenómenos
 que la Argo celeste navega “del lado de la popa, pues no realiza su 
marcha según lo acostumbrado, sino que se desliza en sentido inverso, 
como las naves auténticas cuando los marinos vuelven en dirección 
contraria la popa al entrar en puerto; cada uno hace virar en seguida la
 nave, y agitada por el flujo y reflujo toca tierra firme. De este modo,
 en el sentido de la popa, se desliza la Argo de Jasón.” Por su parte, 
Eratóstenes expone que “la diosa Atenea elevó al firmamento esta 
constelación por haber sido la primera nave que se construyó; la nave 
poseía voz profética y fue la primera que surcó el mar hasta entonces 
impenetrable. Así quedaba como testimonio imperecedero para las 
generaciones futuras.” Manilio dice que Argo “posee el cielo merecido 
por los grandes peligros pasados” y que “por salvar a dioses fue 
convertida en diosa.”
Plutarco, recogiendo una antigua tradición egipcia, decía que se trataba de la nave de los muertos a las órdenes de Osiris.