Ofiuco (o Serpentario),
situado entre Hércules y Escorpión, sostiene en sus manos una gran
serpiente que atraviesa toda la constelación. La Antigüedad grecorromana
lo relacionó con Asclepios (Esculapio), hijo de Apolo y de Coronis.
Cuenta el mito que Coronis se dejó seducir por el mortal Isquis cuando
ya estaba encinta de Apolo y que el dios la mató para castigar su
infidelidad. En el momento en que el cuerpo de Coronis iba a consumirse
sobre la pira funeraria, Hermes (o el propio Apolo según otros relatos)
liberó al niño nonato del vientre de su madre.
Asclepios
fue instruido por el centauro Quirón en el arte de la medicina y puso su
ciencia al servicio de los mortales, realizando muchas curaciones y
resucitando a muertos. El poder de Asclepios se convirtió en un grave
perjuicio para el reino de Hades, y éste protestó ante Zeus. El dios
olímpico, para evitar que el orden del mundo se alterase, decidió
aniquilar a Asclepios con uno de sus rayos, y Apolo vengó el
acto matando a los Cíclopes, gigantes forjadores de dichos rayos.
Asclepios fue elevado al cielo tras su muerte, concediéndosele la
inmortalidad y el rango de dios.
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