La estrella más brillante de la constelación del Boyero es de color amarillo y resulta muy fácilmente visible en los cielos de primavera y verano. Su nombre, Arturo, significa “el que
guarda osos” y se refiere a la faceta del Boyero (=“pastor de bueyes”) como
perseguidor de las Osas Mayor y Menor alrededor del polo norte celeste. En la
Antigüedad se la consideraba un presagio de tormentas, y la Astrología siempre
la ha tenido por un astro benéfico. Arturo se sitúa en la rodilla del Boyero.
Arato denomina Artofílace (=“guardián de la osa”) a esta
constelación.
La tradición relaciona al Boyero con el ateniense Icario y su hija Erígone. Cuenta el mito que Dioniso reveló a Icario el secreto de
la elaboración del vino y que éste obsequió la bebida a unos labradores.
Aquellos la bebieron hasta embriagarse, y creyendo haber sido envenenados,
mataron a Icario y quemaron su cuerpo. Erígone, con la ayuda de su perra Maira,
buscó la tumba de Icario y habiendo dado con ella, apesadumbrada, se ahorcó. Zeus (o,
según otras leyendas, Dioniso) elevó a los cielos a Icario como el Boyero, a
Erígone como Virgo y a Maira como la estrella Procion del Can Menor (o la
constelación de Canes Venatici).
Virgo se sitúa a los pies del Boyero, el cual extiende su
mano hacia el rabo de la Osa Mayor.
De Johannes Hevelius, Firmamentum Sobescianum sive
Uranographia. S. XVII.
Gracias de Todo Corazón
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