martes, 23 de septiembre de 2014

En el equinoccio de otoño

Una amiga recordaba ayer en su muro de Facebook el paso del Sol por el equinoccio. El Astro Rey ha ingresado esta madrugada en el signo zodiacal de Libra, concretamente a las 2.30 h de tiempo universal (4.30 h en el tiempo local de la España peninsular), y con ello se ha inaugurado el otoño astronómico en nuestro hemisferio.

En los equinoccios, la trayectoria aparente del Sol en torno a la Tierra intersecta el plano ecuatorial celeste, y el eje terrestre y la línea que une el centro de nuestro planeta con el de la estrella forman exactamente un ángulo recto. De ahí que las duraciones del día y de la noche se igualen en los puntos equinocciales y que éstos sean denominados así (del latín aequus, 'igual', y nox, 'noche').

Tal igualdad, como también la "rectitud" del ángulo que abarcan el eje polar y la alineación Tierra-Sol, evocan las ideas de equilibrio y justicia. De alguna manera, el tránsito por el equinoccio de otoño es una "hora de la verdad". En ella, el Sol se hunde por debajo del ecuador de los cielos y se dirige a la "hora final" del solsticio de invierno. En nuestras tierras habrá cada vez menos luz y calor, y la Naturaleza se irá revistiendo de tonos más y más pardos, de imágenes más y más desnudas... Es un tiempo de repliegue en el gabinete alquímico, de contemplación de una oscuridad creciente en lo que ella simboliza: el camino hacia el fin del ciclo y el alba de otro tiempo aún por nacer.

La Fageda d'en Jordà. Óleo sobre lienzo de Manuel Candón (2007)

Como escribía un autor anónimo hablando sobre el ángulo recto equinoccial:
"Conformamos una entidad, en el seno de la cual lo individual se transmuta, la forma se trasciende, las ideas se desvelan y actualizan al ser invocadas, y el Principio sintetiza todo en sí mismo." (Siete Maestros Masones, La Logia Viva)

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