domingo, 9 de septiembre de 2018

La cosmogonía de Hermópolis

(Del volumen Dioses, mitos y rituales en el antiguo Egipto, de Susana Alegre. Ed. Dilema, Madrid, 2017)

“Una de las cosmogonías más interesantes de Egipto fue la elaborada en la ciudad de Hermópolis, cuyo relato conocemos parcialmente y sobre todo por documentos de épocas tardías, aunque desde tiempos remotos Hermópolis era conocida como Khemenu, ‘la ciudad de los Ocho’. Ello indica que su sistema teólogico, en el que destacan ocho divinidades, la Ogdóada, es en realidad uno de los más antiguos de Egipto.

Aunque se han conservado diversas versiones sobre este mito, su singularidad radica en el protagonismo alcanzado por cuatro dioses masculinos y con cabeza de rana, y por otras cuatro divinidades femeninas representadas con cabeza de serpiente. Aunque en ocasiones estas ocho deidades fueron mostradas con aspecto de babuinos machos y hembras; o como toros y vacas.

La Ogdóada en un relieve del techo del templo de Hathor en Dendera.
Fotografía de Olaf Tausch

Lo cierto es que estos ocho dioses resultan singularmente misteriosos y fueron presentados formando parejas: Nun y Naunet, Heh y Hehet, Kek y Keket, Amón y Amonet (raras veces sustituidos por Temenu y Temenet). En conjunto estas parejas aluden a la infinitud, las tinieblas, la oscuridad, la inmovilidad… Y, según narra la leyenda, entre esas divinidades se configuró o emergió una isla. No obstante, la imagen más llamativa de esta cosmogonía suele ser la noción de una flor de loto, que sustituiría o complementaría la idea de una tierra emergida entre el agua; en algunas versiones se alude a la idea de un sagrado estanque en el que surge un gran loto. Hay que tener en cuenta que la flor de loto para los egipcios era símbolo de regeneración y de la vida que es capaz de emerger desde las tinieblas; pues cada noche desaparece bajo las aguas para abrirse al sol por la mañana.

La cosmogonía de inspiración hermopolitana expresaba que de esa flor, o a través de esta flor, era capaz de surgir el dios creador que daba inicio a la existencia, al que generalmente se le denomina Atum o Ra. Aunque en algunas ocasiones se dice que el dios nacido del loto es Shu o hasta Tot, el escriba de los dioses y dios patrón de Hermópolis.

Frecuentemente el dios nacido del loto era presentado como un niño; es decir, como un astro solar infantil. Ello incide en la idea de su reciente nacimiento. Igualmente es habitual que el niño se muestre chupándose el dedo y con una coleta a un lado de la cabeza, peinado típico de la infancia en Egipto. A ello se pueden sumar cetros y otros elementos propios de la monarquía egipcia, identificándose así que este sol niño, recién nacido, era ya el rey de los dioses y el rey de la creación.

La representación de este niño sol, surgiendo del loto, fue una imagen reiterada en la iconografía, apareciendo en amuletos, figurillas, sarcófagos, objetos litúrgicos, joyas…

Horus surgiendo de un loto.
Estatuilla en bronce del Museo Walters (Baltimore, EE.UU.)

Otra versión del mito hermopolitano explica que las ocho divinidades rana y serpiente que vivían en el Nun se ponen de acuerdo para formar un huevo, al que inseminan, conformando la vida en estado embrionario y de la que surgirán, más tarde, todas las cosas.
Recibid el loto que vino a la existencia al principio, aquel que disipó la nube oscura, sin que nadie pudiera aún conocerle. Vosotros (la Ogdóada) habéis depositado vuestro semen en forma de germen. Habéis procreado, en verdad (vuestra) simiente, que habéis depositado en el Caos, reunida en única forma, y vuestro heredero apareció con el aspecto de niño.
Inscripción en el templo de Edfu
Una vez finalizada la obra creadora, los ocho dioses primigenios se quedaron a vivir en el mundo subterráneo; y en adelante se dedicarán a cubrir necesidades tan básicas como, por ejemplo, la diaria salida del sol y el fluir del Nilo."

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