“El año maya, como el año litúrgico cristiano, incluía festividades religiosas, distribuidas homogéneamente a lo largo de los meses del año haab [calendario civil de 18 meses de 20 días]. Una vez más, la única exposición completa de las mismas procede del franciscano Diego de Landa. Según éste, la fiesta de Año Nuevo era la mayor de todo el año, pues era una celebración comunitaria. En tal fecha se acicalaban las casas, se sustituían los viejos utensilios por nuevos y se renovaban los paños de los haces de reliquias y de las estatuas de los dioses. Todo ello se hacía para dejar simbólicamente a un lado los desechos y el peso del año viejo y recibir respetuosamente el que se iniciaba.
Glifos del haab
Los cazadores y los pescadores celebraban su fiesta en demanda de una buena caza y de una buena pesca respectivamente en el mes sip, que en la época de la conquista española coincidía con los meses de agosto y septiembre, en tanto que los propietarios de colmenas la celebraban en solicitud de una gran cosecha de miel en el mes tzek (octubre). El mes mol (diciembre) pasaba por ser especialmente favorable para tallar estatuas de dioses con destino a los altares familiares y domésticos. En el mes yax (enero) se celebraba solemnemente la renovación de las estatuas de los dioses, que eran de arcilla, y de los templos. En el mes sak (febrero) los cazadores celebraban una fiesta para dar gracias por el resultado feliz de su campaña. En el mes mak (marzo y abril) se pedía agua suficiente para cultivar los campos y se realizaba la ceremonia del fuego denominada “tup k’ak” (“apagar el fuego”). Los cultivadores de cacao celebraban su fiesta de rogativas en el mes muwan (abril mayo). Para obtener triunfos militares, los mayas celebraban en el mes pax (mayo) una fiesta en la que bailaban la danza guerrera llamada “holkan ok’ot”. Finalmente, en el lapso que quedaban hasta los cinco días de infortunio o “días sin nombre” (hacia mediados de julio) se celebraban grandes y diversas fiestas conocidas como “sabakil t’an” (literalmente “habla tiznada”). Durante los días de infortunio del wayeb, el pueblo se preparaba para la llegada del nuevo año; no se realizaban trabajos físicos importantes ni se cuidaba el cuerpo por temor a que sobreviniese alguna desgracia.”
(Alexander W. Voss, “Astronomía y matemáticas”. Capítulo del volumen “Mayas. Una civilización milenaria” editado por Nikolai Grube)
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