"El modelo del Arbol de la Vida Sefirótico ordena de manera
prototípica las fuerzas verdaderas que constantemente producen el hecho
creacional, o sea el descenso de las emanaciones espirituales que conformarán
posteriormente aquello que vulgarmente llamamos materia, o plano físico, o
hylico. Por lo tanto merced a la familiarización con estas energías, es decir
con su aprehensión, se puede ir tejiendo el sentido analógico de vibraciones y
correspondencias que mantienen ligado al Universo entre sí en sus aspectos
visibles e invisibles, materiales o inmateriales, con el propósito de ir
ascendiendo a otros planos de identificación con el Ser Universal por medio de
los vehículos herméticos y la doctrina tradicional. A continuación ofrecemos
otras correspondencias astrológicas y alquímicas del diagrama. También
incluimos en él a En Sof (Sin Fin),
que se halla por encima de Kether,
simbolizando el No-Ser, lo auténticamente metafísico y supracósmico, incluso lo
no manifestado ni siquiera como Principio.
SATURNO: Saturno es el planeta más alejado de la tierra, pero también el más elevado. En la astronomía judiciaria (Astrología) se lo suele ver como lento (efectivamente lo es) y pesado (la Alquimia lo equipara al plomo), y por lo tanto se lo asocia a la vejez en sus aspectos negativos, en oposición con la agilidad y ductibilidad de Mercurio. Sin embargo, y pese a que las vibraciones de este astro son percibidas psicológicamente como un estado de melancolía y desasosiego espiritual, es el preámbulo a realizaciones profundas, ligadas a lo que está más allá, a lo más elevado, misterioso y oculto. La experiencia y la inteligencia son algunos de sus atributos, a los que debemos relacionar igualmente con la ancianidad, e inclusive con la Antigüedad. Todos los planetas tienen un aspecto maléfico y otro benéfico, al igual que cada una de las sefiroth: una mitad luminosa que mira a Kether, y otra oscura que mira a Malkhuth.
Con el objeto de ir 'cargando' las esferas del
Arbol de la Vida, con ideas que sirvan de soporte a la meditación y promuevan
la realización, queremos ir agregando algunos elementos referidos a sus
relaciones astrológicas, que nos ayudarán a comprenderlos mejor. Ellas están
vinculadas con las nueve esferas de la cosmogonía tradicional, siete de ellas
correspondientes a los planetas."
"En Sof, el No-Ser,
asimilado por los cabalistas muchas veces a la Nada supraesencial, es decir, a
la Vacuidad, se encuentra más allá del firmamento, y a él se llega atravesando
a Kether, al que puede atribuirse el
simbolismo de la estrella polar, como Puerta de los Dioses, verdadera piedra
filosofal de la que pende la plomada del Arquitecto del Universo. Este astro
reina en el empíreo, sitio del fuego puro y eterno, lugar del cielo en que los
arcángeles, ángeles y bienaventurados gozan de la presencia perenne de la
Suprema Deidad, pues en él converge el eje central, siendo las estrellas fijas
e incorruptibles asimiladas a Hokhmah.
A Binah se le relaciona con Saturno o
Cronos, el Tiempo Vivo y siempre presente, que devorando a sus hijos, la
creación entera, la regenera perennemente y hace posible que los seres
manifestados regresen a su inmanifestada morada eterna, siendo éste el padre de
Zeus o Júpiter –Rey del Olimpo– que como Hesed
gobierna y legisla la Creación entera. Gueburah,
el riguroso destructor, es asimilado a Marte, dios guerrero. Y Tifereth, la Belleza divina, Centro de
Centros, se relaciona claramente con el Sol, dador de la vida, luz y calor, a
través del cual accedemos a aquellos mundos superiores.
Los tres planetas interiores, que se encuentran con respecto
a la Tierra más cercanos que el Sol, y cuyos ciclos son más rápidos, son
colocados en el mundo de Yetsirah, y
se relacionan con las esferas de este plano. Netsah, como ya sabemos, corresponde a Venus, diosa del Amor,
amante de Marte, a quien 'desarma' por el delirio pasional. Ella,
como las Musas y las Gracias, es inspiradora de los artistas, y da la victoria
a los que la comprenden, siendo entonces emisaria de la belleza y de la unión. Hod es relacionado con Hermes-Mercurio,
el rápido mensajero alado de los dioses, que distribuye en la Tierra sus
enseñanzas y señales. Se lo ve representado con alas en los pies, que se
refieren a su velocidad y a su relación con lo que vuela. Y asimismo con el
símbolo del Caduceo, las dos serpientes que ascienden por el eje vertical, las
que tienen un par de alas que nos indican su aspecto volátil. Este último ha
pasado a ser el símbolo de la medicina, pues como dijimos Hermes-Mercurio –y
los dioses, ángeles y espíritus que se le relacionan– ha sido siempre
considerado como un médico de cuerpos y almas, el curandero divino, promotor de
los ritos y la muerte iniciática, gracias a la cual recuperamos la salud.
Finalmente, a Yesod se le asigna la
Luna, la reina de la noche, que unánimemente ha sido vinculada con la madre
celeste, la ilusión de las formas, las aguas inferiores y los mares –así como
con todos los líquidos– y sobre todo con la fecundación y la fertilidad que se
concreta en la Tierra."
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"Van aquí algunas características acerca de los siete
planetas que, como acabamos de ver, se articulan perfectamente en el diagrama
cabalístico:
SATURNO: Saturno es el planeta más alejado de la tierra, pero también el más elevado. En la astronomía judiciaria (Astrología) se lo suele ver como lento (efectivamente lo es) y pesado (la Alquimia lo equipara al plomo), y por lo tanto se lo asocia a la vejez en sus aspectos negativos, en oposición con la agilidad y ductibilidad de Mercurio. Sin embargo, y pese a que las vibraciones de este astro son percibidas psicológicamente como un estado de melancolía y desasosiego espiritual, es el preámbulo a realizaciones profundas, ligadas a lo que está más allá, a lo más elevado, misterioso y oculto. La experiencia y la inteligencia son algunos de sus atributos, a los que debemos relacionar igualmente con la ancianidad, e inclusive con la Antigüedad. Todos los planetas tienen un aspecto maléfico y otro benéfico, al igual que cada una de las sefiroth: una mitad luminosa que mira a Kether, y otra oscura que mira a Malkhuth.
JUPITER: Entidad benéfica y generosa. Padre de los dioses e
hijo de Saturno, esta precedencia nos está dando no sólo la idea de energías
que se establecen jerárquicamente, sino también la de un orden invariable.
Alimenta constantemente la hoguera de la vida y sus efluvios regeneradores
procrean de continuo nuevos seres, ideas y cosas, sin más limitaciones que el
ejercicio que a veces provee con su arma: el rayo.
MARTE: Marte destruye en el escenario del Mundo todo lo que
ya es inútil e innecesario, aunque a simple vista no sea siempre claro su papel
regenerador. Dios de la guerra, imprescindible para una perpetua renovación
universal, su influencia puede advertirse no sólo en las luchas humanas sino
igualmente en las perpetuas batallas macrocósmicas.
SOL: Es el intermediario directo entre lo inmanifestado y la
manifestación. Su energía, que extrae de lo más oculto de las posibilidades del
cielo, es proyectada sobre el plano de la creación, produciendo todas las cosas
manifestadas, de las que es el Padre a nivel creacional, el hombre incluido. Su
energía radiante y ubicación central es imprescindible para la vida, a la que
sella y conforma.
VENUS: Conocida diosa del Amor, se encarga nada menos que de
unir los fragmentos dispersos del ser y el universo. En su aspecto más alto se
relaciona con los misterios espirituales y místicos del amor, y el coito con
los dioses. Su aspecto más bajo se halla en relación con la personalidad y se
expresa por la posesión del otro y la energía genital.
MERCURIO: Emisario de los dioses, sus energías son
asimiladas por los mortales como revelaciones que su versatilidad imprime en la
inteligencia. Es por lo tanto un iniciador y su rapidez mental –plata viva– le
permite valorizaciones intuitivas inmediatas que a veces pueden complicarnos;
recuérdese asimismo que es el númen de charlatanes, comerciantes, e incluso
ladrones.
LUNA: Astro evidente y nocturno, está relacionado con la
Tierra –de la que ella es una imagen celeste–, la fecundación y la potencia
esencial de los efluvios vitales. Su identificación con las aguas y la
oscuridad resulta sencilla de comprender. Preside la noche, y su débil luz, y
la periodicidad de sus ciclos, nos anuncian la presencia de otras realidades
ocultas, más allá de los fenómenos psíquicos que constituyen su reinado.
TIERRA: En ella maduran las energías de los astros que
concretan la 'materia' del mundo. Es por lo tanto símbolo de la
densidad y de la atracción de la gravedad hacia lo bajo. En su seno bullen
energías análogas a las de las estrellas y en su cráter se cocinan las cosas
más evidentemente substanciales."
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