Este blog ha nacido en una tarde de agosto, en un momento en que
el sol declina para dar paso a una noche estrellada. Haya nubes o no, las
estrellas van a estar ahí al igual que todo lo que integra el Cosmos, de lo
cual lo visible no es más que una minucia.
Teníamos decidido el título de este nuevo espacio en Internet pero no su imagen de cabecera, y si nos hemos decantado por una
reproducción de La noche estrellada, el bello óleo que Vincent van Gogh pintó
en el último tramo de su vida, es por razones más bien azarosas. Somos de los
que creemos que la casualidad es una causalidad incomprendida y por ello pensamos
que nuestro encuentro fortuito con este cuadro tiene que ver con el punto de
vista y el curso que va a seguir la navegación que hoy emprendemos en la
blogosfera.
La obra puede ser descrita de muchas maneras, tantas como ópticas
desde las que se puede contemplar todo aquello que nos rodea. A nuestro modo de
ver, lo de menos es que se trata de un ‘apunte rápido’ de un paisaje que
permite clasificarlo como perteneciente al movimiento impresionista. Nos
parece mucho más importante el hecho de que el pintor haya logrado ilustrar con
sus trazos la estructura interna del Cosmos, un conjunto de ciclos de los que
participan solidariamente el Cielo y la Tierra y que están interconectados los unos
con los otros. Es sugerente ver el horizonte montañoso del lienzo como la
réplica sólida de una ola o de una nube, a la aguja de la iglesia como una
imagen análoga a un ciprés o a una llama de fuego y a las luces de los candiles
prendidos en las casas como estrellas. Sugerente y cierto, pues unos y otros son símbolos
unánimes de una misma Realidad.
Se dice que Van Gogh pintó su óleo de día y de memoria, y es
con la Luz y la Reminiscencia con lo que va a estar relacionado nuestro recorrido
por los símbolos del Cosmos y de las artes inspiradas por el dios Hermes y la
diosa Urania. Que quieran sernos propicios.
Felicitaciones y ... ¡adelante!
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