El Sol está a punto de entrar en el signo astrológico de Capricornio. Mañana, a las 23 horas y 3 minutos de tiempo universal (en la España peninsular, a
las 00:03 de la madrugada del lunes 22 de diciembre de 2014), la estrella central
que rige nuestros días y años alcanzará el solsticio de invierno tras un
periodo de seis meses de disminución ininterrumpida de la altura de su órbita
sobre el horizonte. Este hecho ocurre en el día del año con menos horas de sol
y en esta ocasión, igualmente, en la noche más oscura del mes ya que la efeméride
de Luna nueva tendrá lugar a las 01:36 TU (02:36 horas de tiempo peninsular) de la misma madrugada del 22 de diciembre.
Salomon Trismosin, Splendor solis (1582)
En un momento así, de tremenda oscuridad, es cuando el Sol
va a detener su caída para iniciar, invicto, un camino ascendente. Este
fenómeno no es solamente una ‘curiosidad astronómica’ (que también lo es) sino
un hecho de una trascendencia extraordinaria por su significación, pues el
solsticio de invierno es la proyección sobre el plano zodiacal del cenit o polo
norte de la Caverna cósmica.
Que el Sol alcance el solsticio invernal simboliza que se
abre el pasaje que conduce a los Grandes Misterios, la escotilla por donde se
escapa a un ámbito ilimitado e incondicionado más allá del Cosmos. A un
no-espacio y no-tiempo que es la matriz de todo lo que ha venido al ser. Al
ámbito de la Realidad Absoluta y la Libertad Suprema.
Así lo han considerado tradiciones milenarias como la hindú,
para la cual la puerta que abre el semiciclo anual ascendente del Sol (dakshinàyana) es una “puerta de los
dioses” que jalona el deva-yâna, la “vía
de los dioses”. Se trata de una salida del lugar donde se desarrolla la Manifestación
siguiendo un recorrido en el que ya no hay retorno al mundo manifestado, a
diferencia de la salida por el pitr-yâna
o “vía de los antepasados” –asociada a la “puerta de los hombres” y al
solsticio de verano– que conduce a un nuevo estado de manifestación.
(1) René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, caps. XXXIV y XXXV: “La salida de la caverna” y “Las puertas solsticiales”.
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