sábado, 20 de diciembre de 2014

Acerca del solsticio de invierno

El Sol está a punto de entrar en el signo astrológico de Capricornio. Mañana, a las 23 horas y 3 minutos de tiempo universal (en la España peninsular, a las 00:03 de la madrugada del lunes 22 de diciembre de 2014), la estrella central que rige nuestros días y años alcanzará el solsticio de invierno tras un periodo de seis meses de disminución ininterrumpida de la altura de su órbita sobre el horizonte. Este hecho ocurre en el día del año con menos horas de sol y en esta ocasión, igualmente, en la noche más oscura del mes ya que la efeméride de Luna nueva tendrá lugar a las 01:36 TU (02:36 horas de tiempo peninsular) de la misma madrugada del 22 de diciembre.

Salomon Trismosin, Splendor solis (1582)

En un momento así, de tremenda oscuridad, es cuando el Sol va a detener su caída para iniciar, invicto, un camino ascendente. Este fenómeno no es solamente una ‘curiosidad astronómica’ (que también lo es) sino un hecho de una trascendencia extraordinaria por su significación, pues el solsticio de invierno es la proyección sobre el plano zodiacal del cenit o polo norte de la Caverna cósmica.

Que el Sol alcance el solsticio invernal simboliza que se abre el pasaje que conduce a los Grandes Misterios, la escotilla por donde se escapa a un ámbito ilimitado e incondicionado más allá del Cosmos. A un no-espacio y no-tiempo que es la matriz de todo lo que ha venido al ser. Al ámbito de la Realidad Absoluta y la Libertad Suprema.

Así lo han considerado tradiciones milenarias como la hindú, para la cual la puerta que abre el semiciclo anual ascendente del Sol (dakshinàyana) es una “puerta de los dioses” que jalona el deva-yâna, la “vía de los dioses”. Se trata de una salida del lugar donde se desarrolla la Manifestación siguiendo un recorrido en el que ya no hay retorno al mundo manifestado, a diferencia de la salida por el pitr-yâna o “vía de los antepasados” –asociada a la “puerta de los hombres” y al solsticio de verano– que conduce a un nuevo estado de manifestación.

Esta “salida definitiva” es la meta final de cualquier iniciación en los Misterios. El ser que ha entrado por la “puerta de los hombres”, habiendo efectivizado su iniciación, debe pasar por la “puerta de los dioses” en su viaje definitivo hacia el Infinito, cruzando el umbral por el que transitan “los seres que tienen acceso a los estados supraindividuales”. Pero por esta puerta también se pueden producir “entradas” excepcionales: un “descenso voluntario al mundo manifestado” de un ser “liberado” de todo condicionamiento, o la de entidades que representan “la expresión directa de un principio supracósmico (…). Haremos notar solo que se puede comprender fácilmente así la razón por la cual el nacimiento del Avatâra se considera como ocurrido en la época del solsticio de invierno, época que es la de la fiesta de Navidad en la tradición cristiana”. (1)

(1) René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, caps. XXXIV y XXXV: “La salida de la caverna” y “Las puertas solsticiales”.

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