domingo, 17 de diciembre de 2023

Invierno astronómico e invierno meteorológico

Relegada la astronomía a la categoría de simple ciencia de curiosidades en que las efemérides no son más que algo “bonito”, los meteorólogos han tenido fortuna con su concepto del “invierno meteorológico” por su supuesta mayor practicidad y coherencia con lo que la gente experimentamos. Abarca del primer día de diciembre al último día de febrero y comprende meses del año que teóricamente presentan una gran similitud en cuanto a temperaturas y climatología. Su definición está basada, pues, en algo tan voluble como la estadística, y al paso que va el calentamiento de nuestro planeta y la variabilidad creciente de sus patrones climáticos, nada tendría de extraño que se decidiese modificar su definición de aquí a poco. O incluso que se optase por comenzarlo y acabarlo cada año en unas fechas distintas según los datos observados o previstos. Un desbarajuste tal sería perfectamente acorde con el desorden cada vez más agresivo que aflora por todas partes y que pugna por atraernos a su vorágine.

Y mientras tanto ahí sigue el Sol, ese atleta que a diario recorre nuestro cielo de este a oeste pacientemente, ora basculando hacia el norte ora hacia el sur según un orden preciso e invariable hasta que su tiempo y el del mundo se hayan cumplido. Un faro de periodo exacto que nos invita a vivir inmersos en el rito, a sumarnos con la acción y el pensamiento a un orden del que participa todo el cosmos sacudiéndonos de encima la agitación gratuita y las tonteras a las que solemos prestar tanta atención. Tanta que llegamos a olvidar quienes somos realmente.

“Por lo que siendo honestos, hemos de empezar dando las gracias a la posibilidad de vivenciar el recuerdo de un Cosmos Vivo, receptor del Misterio al que nos adscribimos y en torno al cual la existencia cobra sentido y lo ordinario se torna extraordinario”. (1)

Puesta de sol en Mallorca, diciembre de 2023


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El solsticio de invierno (de verano en el hemisferio austral) tendrá lugar el viernes 22 de diciembre de 2023 a las 4 horas y 27 minutos de hora oficial peninsular, según el Observatorio Astronómico Nacional. La estación invernal durará aproximadamente 88 días y 23 horas, y concluirá el 20 de marzo de 2024 con el equinoccio de primavera.

Saturno y Júpiter serán visibles al anochecer durante el invierno, si bien Saturno se irá aproximando al Sol gradualmente hasta desaparecer del cielo vespertino a mediados de febrero. Por su parte, Mercurio hará una corta aparición durante el mes de marzo, siendo visible en los lugares de horizonte llano y despejado.

Al inicio de la estación, Venus será el único planeta que veremos durante el crepúsculo matutino. Marte aparecerá sobre el horizonte este en diciembre así como también Mercurio, cuya visibilidad en lugares favorables para su observación se prolongará durante el mes de enero. Venus desaparecerá al término de la estación, siendo Marte el único planeta visible al alba en lo sucesivo.

Durante el próximo invierno no habrá eclipses de sol ni de luna.


(1) Beatriz Ramada, La Taberna Hermética (Comedia radiofónica II). Revista SYMBOLOS nº 64, Barcelona, 2023.


jueves, 21 de septiembre de 2023

Equinoccio de otoño 2023

El fin de este verano boreal se acerca y el cielo no deja de producir prodigios. Hace poco vimos, por efecto de un parhelio sobre un cielo de cirros, a cuatro soles en el cielo simultáneamente, y ese mismo día, un impresionante crepúsculo de sangre. Ayer mismo, todos los medios de comunicación se hicieron eco de un aumento imprevisto de las llamaradas del Sol y de las eyecciones de masa de su corona, las cuales hacían temer daños en satélites, sistemas de comunicaciones y centrales eléctricas. Los antiguos habrían advertido en todos estos fenómenos presagios de los que habrían tomado buena nota. ¿Y nosotros?

Visión de cuatro soles en un parhelio. Fotografía de Mireia Valls, 11 de septiembre de 2023


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Según el Observatorio Astronómico Nacional, el día 23 de septiembre a las 08 horas y 50 minutos de hora oficial peninsular tendrá lugar el equinoccio de otoño (de primavera en el hemisferio sur), el instante del año en que el Sol cruza el ecuador celeste en su aparente desplazamiento hacia el sur, iniciado tras el solsticio de verano, y el día y la noche igualan momentáneamente su duración. El otoño tendrá una duración de 89 días y 21 horas, y terminará el 22 de diciembre con el solsticio de invierno.

Al comienzo de la estación, Saturno será el único planeta visible tras la puesta del Sol. A partir de noviembre hará su aparición Júpiter por el este, y en diciembre será visible Mercurio hacia el oeste en los lugares con horizontes llanos y libres de contaminación lumínica.

Y de madrugada podremos ver a Venus, Júpiter y Mercurio, aunque éste último sólo al inicio de la estación mientras que Júpiter dejará de verse en noviembre.

Durante el otoño de 2023 tendrán lugar dos eclipses, uno de Sol y otro de Luna. El de Sol ocurrirá el 14 de octubre y se mostrará como un eclipse anular en América. En España sólo será visible en las islas Canarias más occidentales, como un eclipse parcial y con magnitudes muy bajas. El eclipse de Luna, de tipo parcial, sucederá el 28 de octubre y estará a la vista en el este de América, Europa, África, Asia y Australia. En España comenzará aproximadamente a las 21 horas y 35 minutos de hora oficial peninsular y durará más o menos 1 hora y 20 minutos.

Crepúsculo sobre la Serra de Tramuntana (Mallorca).
Fotografía de Mireia Valls, 11 de septiembre de 2023


jueves, 31 de agosto de 2023

Oppenheimer, la película

  "Intentaremos ilustrar esta paradoja: la de que la Tradición Hermética está en el Origen de la Ciencia considerada esta última como aplicación a la realidad concreta de los principios herméticos y las doctrinas alquímicas y teúrgicas, y a la vez la de cómo la visión literal y racionalista se fue apoderando poco a poco del hombre de Occidente, quien ha transferido conocimientos de orden vertical a la parcialidad horizontal y así ha procedido indefinidamente a la deriva, al punto de amenazar su suerte".

Federico González, Hermetismo y Masonería

 


Cartel de la película Oppenheimer

Este impactante film de Christopher Nolan, estrenado recientemente, traza un interesante relato biográfico del físico norteamericano al que se considera el padre de la bomba atómica. El guion, escrito por el propio Nolan como el de otras de sus películas -Memento, Interstellar, Dunkerque, etc.-, se basa en una biografía publicada por Kai Bird y Martin Sherwin en 2005 con el sugerente título de American Prometheus

Aunque en nuestra opinión, el Oppenheimer que dibuja la cinta no tiene ningún tipo de relación con el titán que beneficia a los hombres restituyéndoles el fuego secuestrado previamente por Zeus (como castigo por el desvío de parte de las ofrendas debidas a los olímpicos), si bien el envidioso traidor de la película -el presidente de la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos- lo acusa precisamente de eso, de pretender ser reconocido como un nuevo Prometeo que pone el fuego de los dioses (en este caso, el poder de la energía atómica) en manos de la humanidad, y lo que es peor aún a su juicio, acaparando todos los honores por ello. Sin desconocer la dimensión solidaria del físico, que lo lleva a apoyar económicamente a la causa republicana durante la Guerra Civil española, el motor que lo mueve es, mucho más que el amor a los seres humanos, su enorme curiosidad científica acerca del comportamiento a escalas atómica y subatómica de la materia universal (el film comienza presentándonos a un joven Oppenheimer obsesionado por lo que sucede cuando una estrella del cielo deja de brillar y muere), a la que por supuesto considera como algo ajeno al alma y al espíritu del mundo conforme al paradigma de la física moderna, que los ignora. Por otra parte, si acepta encabezar el proyecto Manhattan para la construcción de una bomba nuclear no es en bien de la humanidad (¿cómo podría serlo el desarrollo de un arma de destrucción masiva?) sino porque el ofrecimiento de los militares estadounidenses le permite colaborar, con medios casi ilimitados, con los mejores físicos teóricos del momento, sus colegas, amén del aliciente de que los nazis hayan comenzado un proyecto secreto análogo (Oppenheimer era judío).

El equipo de aprendices de brujo (hubo un momento en que los científicos del proyecto Manhattan temieron que una explosión nuclear podría desencadenar la ignición de toda la atmósfera terrestre, pero simplemente decidieron seguir adelante esperando que no sucediese tal cosa) consigue dejar a punto sus dos primeras bombas, las tristemente famosas “Little Boy” y “Fat Man”, en 1945, si bien para entonces Alemania ya está a punto de rendirse ante los aliados. Truman, a la sazón presidente de los Estados Unidos (Roosevelt había fallecido unos meses atrás), toma entonces la decisión de lanzarlas sobre Hiroshima y Nagasaki para afirmar la supremacía militar estadounidense a escala planetaria y forzar la rendición de Japón. Al Oppenheimer vitoreado por su equipo y por el público americano en general por el éxito de sus ingenios le atormenta la muerte y la devastación que ha contribuido a causar, el aún mayor potencial destructivo de las bombas termonucleares de fusión en que algunos de sus colegas de proyecto han comenzado a investigar (Edward Teller tendrá lista la primera bomba H en 1952) y la carrera armamentística internacional que todo ello puede llegar a desencadenar. Por tal razón y con la esperanza de ser atendido por su reputación, pide (y logra) ser recibido en la Casa Blanca para pedir al presidente norteamericano que modere el desarrollo del programa de nuevo armamento nuclear. El clímax de la película es la escena en que Oppenheimer, emocionado, dice a Truman que tiene las manos manchadas de sangre, y éste le responde que sólo él como presidente es responsable del uso de las bombas atómicas. Acto seguido despide al científico y cuando éste abandona el Despacho Oval, prohíbe airado a sus ayudantes que le vuelvan a traer a “ese científico llorón”. 

Desde este momento, Oppenheimer utilizará toda su influencia y crédito para intentar que en la sociedad cale un juicio negativo acerca del desarrollo de nuevas armas nucleares, pero la Comisión de Energía Atómica de los EEUU maniobra en su contra acusándolo de filocomunista y consigue desprestigiarlo (era la época de la “caza de brujas” impulsada por el senador McCarthy). Apartado de la vida pública, regresa a sus clases en la universidad y no es rehabilitado hasta 1963, pocos años antes de su muerte. 

En definitiva, el Oppenheimer de Christopher Nolan es un fresco de un instante en el devenir en que la caída vertiginosa en que estamos inmersos por causas cíclicas se acelera de golpe, y de cómo los “sabios” de nuestro tiempo colaboran activamente en este extraño juego de destrucción cósmica, por cierto, desconociendo para quién trabajan en realidad. No se lo pierdan.



Arcano XVI del Tarot, "La Torre de destrucción"


lunes, 12 de junio de 2023

Donde el tiempo ordinario puede ser abolido

“Las fiestas, o sea los espacios significativos donde el tiempo ordinario puede ser abolido, son puntos simbólicos de coyuntura dentro de un tiempo monótono e insignificante y señalan en la sucesión del año lo que es el Tiempo en Sí al valorizarlo y reintegrarlo a un espacio originario; dicho de otro modo, no sería nada el Tiempo, su Ser, sin las fiestas, o espacios, especialmente señalados por su proyección o hálito, el movimiento, para comprenderlo o invocarlo. En estas 'estaciones' que hace el movimiento, el tiempo se reintegra, y es a la vez reintegrado por el rito humano a su Origen Arquetípico. Ya que no hay mayor logro de síntesis que vivenciar al Tiempo como si fuera Espacio; un solo y absoluto espacio vacío; pues si el movimiento que atestiguan los calendarios es la proyección espacial del tiempo, la absorción de éste en lo atemporal es semejante a 'finalizar el discurso sin haber movido la lengua' como reza el texto zen-budista.

Dos han sido siempre para todos los pueblos estas estaciones fundamentales donde el Sol parece detenerse en su recorrido anual y ellas marcan dos puntos extremos en una circunferencia; nos referimos a los solsticios, palabra en cuya etimología está implícita esta 'estación', este 'detenerse', esta invariable y periódica señal que divide al año en dos partes; y posteriormente en cuatro, con los equinoccios como puntos intermedios, estabilizándolo, enmarcándolo y estructurando todas las fiestas sucesivas”. (1)

Constelaciones animales del Códice de París. Imagen de Patricia Martín, Smithsonian Latino Center


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Según el Observatorio Astronómico Nacional, el solsticio de verano (de invierno en el hemisferio sur) tendrá lugar el día 21 de junio a las 16 horas 58 minutos de hora oficial peninsular. La estación durará aproximadamente 93 días y 16 horas, y acabará el 23 de septiembre con el equinoccio del otoño.

Al comenzar el verano, Venus y Marte serán los únicos planetas visibles tras la puesta del Sol sobre el horizonte oeste. Venus se irá aproximando al Sol con el transcurso de la estación y dejará de verse a partir de primeros de agosto. Allí donde el horizonte sea llano, Mercurio podrá ser avistado tras el ocaso solar entre mediados de julio y mediados de agosto.

Júpiter será visible de noche durante todo el verano pero Saturno desaparecerá sumido en el brillo del alba a finales de agosto. Venus reaparecerá por el este poco antes de la salida del Sol en la segunda quincena de agosto y se podrá ver de madrugada en lo sucesivo. Mercurio comenzará a ser visible al alba hacia mediados de septiembre, precediendo al Sol.

Durante el verano de 2023 no se producirá ningún eclipse de Sol o Luna.


(1) Federico González, Simbolismo y Arte. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2004.


sábado, 18 de marzo de 2023

La primavera según Botticelli

Botticelli supo representar la esencia de la primavera en una magnífica obra simbólica que Lucrecia Herrera nos describe así (1):

Sandro Botticelli, La primavera (ca. 1480). Galleria degli Uffizi, Florencia

"Si vemos la pintura de frente tenemos por un lado a la derecha, a una trilogía de personajes que empieza con un alado Céfiro o Amor, de color azulado y con las mejillas hinchadas de viento, descendiendo con tal pasión sobre Cloris que dobla las ramas de los árboles por su ímpetu. Esta 'inocente ninfa', se ve sorprendida por él que trata de atraparla, y huye fundiéndose en Flora, que en realidad es Cloris transformada en la belleza por el contacto de Céfiro, y que anuncia la llegada de la primavera, vestida con un ropaje cubierto de flores que esparce sobre la tierra. En el centro, situada un poco más alta y más atrás que las demás figuras, la Diosa, la Venus terrestre, imagen de la Venus celeste, que deja pasar a Flora. En actitud de templanza y equilibrio extiende su mano derecha auspiciando otra trilogía, a la que pareciera que Flora se dirige, y que en realidad es una manifestación triádica de Venus, la cual nos muestra otro proceso, que acontece en su jardín lleno de frutos de oro, a otro nivel. Nos encontramos con las Tres Gracias, unidas en una danza circular entrelazadas por los brazos y manos. Las dos de los lados, forman un triángulo o 'nudo' por encima de la cabeza de la del medio, 'el justo medio' donde se concilian y unifican los opuestos. Por encima de Venus está Eros con los ojos vendados por una cinta (símbolo del amor ciego: la forma suprema del amor, el verdadero No-Saber, la 'docta ignorancia' de Nicolás de Cusa), pero a pesar de ello este pequeño sabe exactamente a quién y en qué lugar dispara su flecha flamígera. Mas allí está Venus, que 'atempera la pasión de esta danza y la mantiene dentro de los límites de un melodioso comedimiento', mostrando ser la imagen de una Venus superior. Al extremo izquierdo está Hermes-Mercurio, completamente raptado y ausente de lo que pasa a su lado. Armado con casco de guerra y grebas en sus piernas, con sandalias aladas, una espada atada a la cintura y en la mano derecha el caduceo (atributo propio de este dios) con el que aparta, penetra y desvela esas pequeñas nubes casi imperceptibles que se encuentran en lo alto, le vemos como 'divino amador', con una túnica roja con pequeñas llamas descendentes, en actitud totalmente concentrada y contemplativa".

O sea, que la primavera es cosa de dioses. Una sinfonía orquestada por la diosa del Amor y la Belleza con dos agentes, Eros y Céfiro, quienes proyectan sus respectivas energías sobre Cloris-Flora y las Tres Gracias desencadenando el dinamismo arquetípico que la estación revela en el plano de la existencia. Una actividad que es un ciclo ritual y no una mera agitación, ya que a ella también concurre el polo inmutable al que Hermes dirige su mirada apartando con su caduceo el follaje del jardín.

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La primavera boreal de 2023 dará comienzo con el equinoccio del 20 de marzo a las 22 horas y 24 minutos de hora oficial peninsular, según el Observatorio Astronómico Nacional. La estación durará aproximadamente 92 días y 18 horas, y terminará el 21 de junio con el solsticio de verano.

Al principio de la estación, Júpiter, Venus y Marte serán visibles tras la puesta de Sol, si bien el primero desaparecerá pronto por el oeste. Mercurio hará una breve aparición vespertina durante el mes de abril.

También al inicio de la primavera, Saturno será el único planeta visible al amanecer. A primeros de mayo, Júpiter aparecerá por el este, y durante el mes de junio también se podrá ver también, muy bajo sobre el horizonte, a Mercurio.

Habrá dos eclipses durante la estación, uno de Sol y otro de Luna. El primero tendrá lugar el 20 de abril y sólo será visible en el sudeste asiático y Oceanía. En cuanto al eclipse de Luna, de tipo penumbral, ocurrirá el 5 de mayo y se verá desde África, Asia y Oceanía.


(1) Lucrecia Herrera, Algunos aspectos de Venus. Revista SYMBOLOS nº 27-28, Barcelona, 2004.


jueves, 29 de diciembre de 2022

En la quietud del solsticio

 
Jano Bifronte. Museos Vaticanos


A Jano

En la quietud del solsticio eres invocado, oh Jano,
en el único y dilatado instante
en que se hace audible el llamado
que del Sí mismo brota
rompiendo el silencio con un humilde llanto.

Acepta mi ofrenda y ábrase tu corazón, la puerta,
la que mira de frente, la que mira a los ojos,
la que todo lo abarca y en eterno presente
transmuta mi pensamiento.

En el crujir de una rama o el murmullo del agua,
en el suave aleteo o el crepitar del fuego,
me reconozco y me entrego porque no hay mañana.

Tu mensaje está en el éter y se hacen eco los bardos
que la Eternidad cantan más allá de las palabras
para que la puerta se abra
y la visión trascienda lo que la vista engaña.

Nada queda pendiente
cuando en tu seno me acoges, oh Bifronte,
entre pasado y futuro,
ardiendo en tu ara toda sombra de vanidad.

No es hoy sino siempre:
allá donde me detenga y a lo inaudible preste oído
y erguido como tu herma cierre los ojos y vea
el camino que me indicas
sin más señas que el silencio.


(“Himno a Jano”. Del volumen Himnos del Agartha, con textos del Ateneo del Agartha e ilustraciones de Ana Contreras. Colección Aleteo de Mercurio nº 6, Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2019).


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El solsticio de invierno de 2022 (de verano en el hemisferio sur) ha tenido lugar el día 21 de diciembre a las 22 horas y 48 minutos de hora oficial peninsular, según el Observatorio Astronómico Nacional. La estación invernal durará 88 días y 23 horas, y terminará el 20 de marzo de 2023 con el equinoccio de primavera.

A comienzos del invierno podremos ver a Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno al anochecer. Mercurio desaparecerá del cielo a primeros de enero y Saturno a primeros de febrero, por lo que la estación acabará con sólo tres planetas visibles al anochecer. A mediados de enero, Mercurio hará una breve aparición al amanecer, mientras que Saturno comenzará a ser visible al alba en el mes de marzo.


domingo, 18 de septiembre de 2022

La horizontal celeste

Cada día el sol describe un arco de círculo en el cielo, emergiendo desde un punto hacia el este y poniéndose en otro lugar al oeste. En ausencia de relieve (o sea en un territorio llano, o bien mar adentro), la recta invisible que une ambos puntos resulta ser una horizontal paralela al plano que contiene al horizonte, al cual veríamos como una circunferencia perfecta de 360º de la que somos su centro.

Análogamente, en su viaje anual por la bóveda celeste, el sol recorre un círculo oblicuo (la eclíptica) con respecto al plano ecuatorial, “saliendo” o levantándose por encima de éste en el día del equinoccio de primavera y “poniéndose” en el equinoccio de otoño, efeméride a la cual nos aproximamos. La línea que une los puntos de intersección entre la trayectoria aparente del sol y el ecuador celeste es también una “horizontal celeste” que establece la orientación simbólica este-oeste sobre la esfera de las estrellas fijas, y la que une a los puntos solsticiales -perpendicular a la anterior-, la “vertical celeste” que traza la dirección norte-sur. En la antigua Mesopotamia, en la época en que el punto vernal estaba situado sobre la constelación de Tauro (hoy en Piscis), se consideraba que cuatro estrellas reales u “observadores celestes” custodiaban los brazos de esta cruz simbólica y los cuatro cuadrantes en que dividen al universo: Aldebarán (Tauro), relacionado con la primavera y el este, Régulo (Leo) con el verano y el sur, Antares (Escorpio) con el el otoño y el oeste, y Formalhaut (Pez Austral) con el invierno y el norte (1).

Planisferio celeste septentrional (Venecia, 1777).
La línea oblicua con respecto al contorno circular (ecuador celeste) es la eclíptica.

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Según el Observatorio Astronómico Nacional, el equinoccio de otoño de 2022 tendrá lugar en la madrugada del día 23 de septiembre, a las 3 horas y 4 minutos de hora oficial peninsular. El otoño durará aproximadamente 89 días y 21 horas, y terminará el 21 de diciembre con el solsticio de invierno.

Al comienzo del otoño, Júpiter y Saturno serán los únicos planetas visibles tras la puesta de sol. A partir de diciembre harán su aparición Marte por el este y Venus y Mercurio por el oeste, de manera que la estación terminará con cinco planetas visibles al anochecer. En cuanto al amanecer, se podrán avistar Venus, Júpiter y Marte al inicio del otoño, pero los dos primeros dejarán de ser visibles con el paso de los días. Mercurio hará una breve aparición matutina en octubre, y a Marte ya no lo veremos a partir de mediados de diciembre, por lo que no habrá planetas visibles al alba cuando llegue el invierno.

En el otoño de 2022 habrá dos eclipses, uno de sol y otro de luna. El eclipse de sol tendrá lugar el día 25 de octubre alrededor las 9:30 de hora peninsular y será de tipo parcial. Será visible en Europa, noreste de África y oeste de Asia, y en España, en el nordeste peninsular y las islas Baleares pero con una magnitud baja (se ocultará menos del 10% del diámetro solar). El eclipse de luna sucederá el 8 de noviembre y será de tipo total; Se verá en Asia, Australia y América, pero no en España.

(1) Acerca del simbolismo de estas cuatro constelaciones, ver Marc García, Mitos del cielo estrellado. Colección Aleteo de Mercurio nº 7, Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2020.