miércoles, 27 de junio de 2018

Sobre el cielo de verano 2018

El escenario está listo. Se abre el telón y aparece aquella semibóveda estrellada que tantas veces hemos contemplado en las noches de verano. Al norte, la Polar, demarcando un extremo de la Osa Menor y con las dos estrellas traseras del gran carro de la Osa Mayor apuntando hacia ella; y entre uno y otro asterismo, el sinuoso Dragón de cabeza triangular envolviéndolos. A la izquierda de la Osa Mayor se divisa a la constelación del Boyero con su anaranjada Arturo, a la que por su persistente fulgor se llega a confundir con un planeta; y a la derecha de la Osa Menor, la W de Casiopea (sobre la Vía Láctea), Cefeo, y algo más allá, Andrómeda y el gran Pegaso. El sector que ocupa Hércules en lo alto es enorme pero sus estrellas son tan débiles que incluso pasan desapercibidas si se las observa desde un lugar con exceso de iluminación eléctrica. Las que uno nunca pasa por alto son las blancas señoras del Triángulo de Verano, atravesado por la banda lechosa compuesta de millones de estrellas de nuestra galaxia; son Vega de la Lira, Altaïr del Águila y Deneb del Cisne.

El cielo de Mallorca en la medianoche del solsticio de verano (planisferio OAM)

Sobre la eclíptica, las constelaciones zodiacales de Leo a Acuario, y entreverados con sus estrellas, los errantes Venus, Júpiter, Saturno y Marte. A Venus lo vamos a ver esplendoroso en el crepúsculo durante toda la estación, al principio sobre Leo y a partir de agosto sobre Virgo. Júpiter va a ir retrogradando lentamente a medida que avanza el verano a través de la constelación de Libra, perdiendo paulatinamente brillo y horas de visibilidad. También Saturno retrograda, en este caso en Sagitario pero sólo hasta finales de agosto (a partir de entonces se mantiene estacionario), debilitándose igualmente su brillo. Y va a ser Marte quien este verano ostente la condición de planeta más brillante tras el lucero vespertino, lo cual se debe a que alcanzará, a finales de julio, su oposición al Sol y se encontrará a la mínima distancia de la Tierra desde hace más de una década. Marte retrogradará sobre Capricornio durante el mes de julio, se detendrá en Sagitario a finales de agosto y regresará a Capricornio en septiembre una vez recuperado su movimiento directo.

También nos van a visitar numerosas estrellas fugaces: las Delta Acuáridas desde mediados de julio hasta mediados de agosto con radiante en la constelación del Pez Austral (a las que puede que sea difícil que veamos por su proximidad al horizonte), y las Perseidas, conocidas popularmente como lágrimas de San Lorenzo, radiando desde el doble cúmulo de Perseo entre finales de julio y finales de agosto y cuya apoteosis se va a dar en la noche del 12 al 13 de agosto

Advirtamos para finalizar que el día 27 de julio se va a producir un eclipse total de Luna que será visible en España, concretamente entre las 20:24 y las 00:19 del día siguiente (hora local peninsular).

domingo, 17 de junio de 2018

Llega un nuevo solsticio

Dice el Programa Agartha que “es sabido que las mismas coordenadas espacio-temporales no se dan de una misma manera indefinida en un supuesto mundo inmóvil, frío e irreal (lo que se entiende equivocadamente como ‘matemático’), y la mejor comprobación de ello es la observación atenta de la tierra y el cielo, de lo macrocósmico y microcósmico, siempre en continuo movimiento y perpetua generación de nuevas formas de vida” (módulo I, acápite “Ciencia”).

Llega un nuevo solsticio, y este adjetivo de “nuevo” no es sobrero. Como hace exactamente un año sidéreo, el próximo jueves 21 de junio a las 12 horas y 7 minutos de hora oficial peninsular, la tierra alcanzará un punto de su órbita en torno al sol (llamada eclíptica) desde el que podremos observar cómo éste penetra en el signo zodiacal de Cáncer, quedando así inaugurado el verano en el hemisferio boreal; pero esto va a suceder unas seis horas más tarde que en 2017. La razón es que la tierra tarda 365 días solares y cuarto en regresar a un mismo punto de su órbita (hecho por el cual hay que añadir un día más a nuestro calendario cada 4 años) y por consiguiente el solsticio se retrasa un cuarto de día respecto al año precedente.

Hans Sebald Beham, "Sol" (1539)

Tampoco este punto de la eclíptica se encuentra en la misma posición respecto al cielo de las estrellas fijas que hace 12 meses: debido al movimiento de precesión, los equinoccios y los solsticios se desplazan retrógradamente sobre el cinto de las constelaciones zodiacales a razón de 50 segundos de arco por año, completando una vuelta entera cada 25.920 años. Por otra parte, el sol no está situado en el mismo lugar que hace un año en nuestra galaxia -la Vía Láctea-, ni ésta con respecto al llamado Grupo Local de galaxias que giran en torno a un centro de masas común, ni el Grupo Local en relación al supercúmulo estelar al que pertenece, ni dicho supercúmulo con respecto a las macroformaciones estelares de su entorno, de las que se separa corriendo por el espacio a una velocidad de unos 2 millones de kilómetros por hora en dirección a algún punto de la constelación del Centauro, el cual a su vez se está desplazando…

Y nosotros, ¿dónde es que estamos?